~~Ryosuke's Day~~ Narración por Ryosuke

Odio las mañanas, cada vez que abro los ojos y veo un rayo de sol un sentimiento de pena gigantesco inunda mi corazón, significa que tengo que soportar otro día en mi infierno de vida, que tengo que esperar a que ese rayo de luz desaparezca para poder cerrar mis ojos, en vano, ya que a las horas que para mí es un instante debo volver a abrirlos, a veces desearía no volver a abrirlos nunca, quedarme en aquella paz, en aquella tranquilidad, para mí eso era el significado de felicidad, mi felicidad eterna. Ni si quiera la gente como Kyo que es uno de mis motivos para vivir consiguen hacerme sentir aquello que parece que la gente disfruta mucho. Aquél contento existencial.

Me miré en el espejo que tenía en frente de mi cama, estaba despeinado, casi no podía abrir mis ojos y mi pijama de ositos ya estaba sucio. Me levanté como pude, estaba terriblemente cansado, me di cuenta de que era sábado así que miré el reloj, no era muy pronto, fui al aseo e intenté peinarme. Mi hermana entró al aseo.

-Buenos días hermanito- Comenzó a maquillarse, la miré con desprecio, puse pasta en mi cepillo de dientes y comencé a lavármelos, no le respondí. Terminó de pintarse los ojos, hizo un gesto egocéntrico, tenía unas ganas tremendas de decirle lo mal que le quedaba aquel maquillaje a su cara de oveja.

-Hermanito ¿Por qué no tiras a la basura ese pijama de ositos tan feo? Te viene ya corto, lo tienes de hace años- Ni se dignó a mirarme. La observé con desprecio, tenía el cepillo de dientes en mi boca, me lo saqué.

-Me lo regaló Kyo hace muchos años, jamás lo tiraré- Dejé de mirarla.

-¿El mismo que se acostó con la chica que te gustaba?- Aquellas palabras me hicieron mucho daño, enfurecí. Ella sabía aquello ya que cuando yo dije que me gustaba Mei todo el instituto se enteró, incluido Kyo... aun así él comenzó a salir con ella.

-Vaya... y ese es tu mejor amigo ¿No?- Amaba a Kyo como a nadie, no conseguiría cambiar mis sentimientos de amistad hacia él.

-Lo es, ha hecho cosas por mí que nadie ha hecho- Me enjuagué la boca.

-¿Tanto como para tatuarse su nombre en el hombro?- Bruscamente bajó mi pijama dejando al descubierto mi hombro, en el estaba tatuado el nombre de Kyo.

-¡Sabes que él tiene mi nombre tatuado también! Sabes el motivo por el que lo hicimos- Tenía ganas de golpear a mi hermana, pero jamás haría eso, no me convertiría en lo que más odio.

-Sí, te lo tatuaste para que después se follara a la zorra que te gustaba- No aguanté mas y le grité.

-¿Por qué no dejas de meterte en mi vida?- Tenía ganas de llorar también.

-Qué triste... que tengas que estar con alguien como ese chico solo porque eres basura que nadie quiere- Su risa burlona hizo que estallara.

-¡Cállate maldita zorra!- No aguantaba más aquel maltrato psicológico que sufría día  a día. Los dos oímos un portazo. Nos miramos aterrorizados. Mi hermana habló.

-¡Lo has despertado!- Cuando terminó aquella frase mi padre entró bruscamente al aseo, mi hermana gritó, me eché hacia atrás tropezándome y encogiéndome en un rincón.

-¡Me habéis despertado malditos cabrones!-Agarró con fuerza a mi hermana y comenzó a golpearla, sus tortas se convirtieron en puñetazos, estaba aterrorizado, ella tan solo gritaba "Ha sido el" no podía quedarme de brazos cruzados mientras desfiguraba a mi hermana por mucho que la odiara, me levanté, mis piernas temblaban, me metí en medio, eché a mi hermana al suelo y golpeé a mi padre, le asesté dos puñetazos que le hicieron retroceder. Me convertí en lo que más odiaba.

Mi hermana comenzó a llorar locamente en el suelo, me miró.

-¿Que has hecho? ¡Huye!- Mi padre vino hacia mí, me lanzó al suelo, cogía cualquier cosa y me la lanzaba, me estampaba colonias de cristal y recipientes de porcelana. Sus patadas y puñetazos no dolían tanto como lo que la situación significaba para mi corazón. Mi hermana se levantó e intentó parar a mi padre, este la golpeó, como pude le asesté una patada en sus partes, eso lo detuvo, me levanté y salí corriendo. Corrí por los pasillos hasta salir del edificio, intentaba no desplomarme del dolor y las heridas, mi pijama se había rasguñado, mi nariz y labios sangraban, todo mi cuerpo dolía infiernos.

Ahora solo me quedaba dirigirme al único lugar donde podía alojarme. Caminé por la calle en pijama, con aquellas heridas, iba descalzo, eso llamaba más la atención de la gente que me miraban y cuchicheaban. Llegué a mi destino, la casa de Kyo, toqué al timbre, fue Yui la que salió a recibirme.

-¡Ryosuke! ¿Qué te ha pasado?- Su cara era de infarto.

-No te preocupes ¿Está Kyo?- Era lo único que quería ver ahora.

-Si... pasa- Entré a la casa, mucho más lujosa que mi triste choza, subí las escaleras hasta el cuarto de Kyo, Yui no me siguió. Estaba en frente de la puerta, algo me decía que no entrara, aun así lo hice, me encontré con Kyo en su cama, tumbado, seguía con la cama desecha y en pijama. Nada más verlo me desplomé y comencé a llorar, el se levantó, se acercó corriendo a mí, miró mis heridas, levantó mi rostro y me miró con aquellos hermosos ojos que tenía.

-Hey... hey... ya ha pasado, no te preocupes, estas aquí conmigo- Acariciaba mi cara y secaba mis lagrimas, chocó su frente contra la mía, pude notar su respiración, era lo que siempre hacía para calmarme en esta situación y lo conseguía.

-Gracias...- Le dije débilmente

-Ven siéntate- Me senté en su cama, el fue a buscar medicinas para curarme, volvió con ellas y comenzó a lavarme las heridas y curármelas.

-Me encanta ese pijama- Me dijo con una sonrisa chulesca mientras me miraba lascivamente con aquellos ojos.

-Idiota- No sabía que decir.

-Dúchate, después me cuentas que ha pasado- Así hice, entré al aseo, a su ducha. Me desvestí, pude verme en el espejo ciertos moratones, entré y abrí el agua, comenzó a caer, esperé a que estuviera caliente, sentir el los chorros de agua caliente por mi piel me daba un placer tremendo, aunque esta vez era doloroso cuando el agua rozaba las heridas. Comencé a lavarme. Al terminar y salir me di cuenta de que no tenía ropa.

-Kyo, puedes sacarme un poco de ropa- Le dije desde el aseo.

-Sal con la toalla y ahora te busco- Cogí la toalla, me la enrollé y salí. Me senté a su lado en la cama.

-Cuéntame que ha pasado- Me iba a ser difícil decirle lo que había pasado, pero comencé.

-Al despertarme fui al aseo, mi hermana entró también y comenzó a chincharme con un tema...- Me interrumpió.

-¿Que tema?- No quería decirlo.

-No es importante- Bajé mi vista

-Sí lo es, te conozco demasiado- Su mirada me obligó a contárselo por muy raro que suene.

-Me chinchó con el tema de Mei y tu- Apreté mi puño con fuerza.

-¿Otra vez eso tío? ¿No lo tienes superado?- Kyo parecía cabreado.

-¡Si que lo tengo superado! Me da igual- No creyó mis palabras

-¿Y por eso empezó la pelea no? ¿Por qué lo tienes superado?- Aquel tono con el que hablaba, el día que estaba teniendo, mi corazón a punto de explotar, el lugar donde estaba, el ecosistema de mis problemas se podría decir, tal vez fue eso lo que hizo que mi boca comenzara a hablar sin pensar.

-¡Joder! ¿No te das cuenta que lo de Mei me da igual? ¡Solamente dije que ella me gustaba porque estabais pesados con ello! Mei me da igual, toda la ira que tenía, mi corazón roto, todo era por ti, joder, por tu sonrisa, por tus ojos, por tus expresiones, por tus manos acariciando mi rostro, por tu forma de animarme, tu forma de ser cariñoso a la vez que arisco, ese misterio que tienes, todo en ti me vuelve loco desde hace años, llevo enamorado de ti como un imbécil desde que éramos pequeños, eres perfecto, junto  a mí  seriamos perfectos, no quiero compartirte con nadie, compartir esa risa sincera que casi nadie conoce, compartir a ese Kyo que hace estupideces, a ese Kyo que hace que me obligue a querer vivir día a día. En mi vida eres tú, ocupas todas las casillas posibles en ella, solo contigo sería capaz de sentir aquello que la gente disfruta, la felicidad - Mis sentimientos salieron a flote, ahí tenía en frente a mi persona amada, a aquella persona que hacía que mi corazón palpitara como nunca lo había hecho, porque mi sangre estaba contagiada por su amor y eso me devolvía las ganas de vivir.