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Capítulo 30 y medio.
La noche.

Sus labios en mi cuello hicieron que miles de pequeños escalofríos me recorrieran entera, haciendo que mis manos se movieran hasta sus hombros, acariciándole y subiendo por su nuca hasta hundirlas en su pelo, masajeando hasta que conseguí un suspiro ahogado por su parte, que se tradujo en una traviesa caricia de su lengua. “Oh Dios, su lengua…” me dije a mi misma, al sentir sus movimientos sobre mí. Comenzando por el cuello, subiendo con círculos hasta alcanzar el lóbulo de mi oreja, mordiendo y tirando de él, haciéndome soltar un leve gemido.
Mi cuerpo se retorcía bajo el suyo, moviéndose instintivamente bajo las suaves caricias con las que iba llenándolo mientras seguía atrapando mi boca con la suya. Yo tampoco quería perder detalle de su piel. Abandoné sus fuertes brazos, para abrazar su espalda desnuda, a la vez que él bajaba una de sus manos lentamente a mi muslo, subiendo con suaves cosquillas que en ese momento, se convirtieron en placer. Su otra mano me abrazaba a él, haciendo que no pudiera moverme de allí. No es que quisiera hacerlo, desde luego.
Con varios dedos, escalé la línea de su espalda hasta llegar a la nuca, con un ligero deslizamiento, que hizo a todo su cuerpo moverse, chocando su cadera contra la mía en un instintivo movimiento, en el que tanto él como yo soltados un entrecortado quejido al sentir como nuestros cuerpos se deseaban. Aprovechando que había liberado mis labios, los posé en su cuello, repitiendo sus anteriores besos, añadiendo algún que otro mordisco, que hizo que sus manos se agarraran a mi pelo, mientras respiraba suavemente en mi oído, y su cintura se aplastaba contra la mía lenta y rítmicamente. Tenía el corazón en la garganta, y la sangre en la cabeza. Todo me daba vueltas, era incapaz de ver nada, solo podía concentrarme en lo que sentía.
Bajé hasta sus pectorales, bien definidos, cubiertos por la tersa y suave piel que amaba. Le coloqué de medio lado junto a mí, y aproveché para pasar los dedos por sus abdominales, besándolos de paso, sintiendo bajo mi lengua sus perfectos relieves. Cuando eleve la mirada, pude observar cómo se mordía el labio inferior mientras me miraba.
-Eres perfecto.-Susurré besando la parte de su pecho donde se escondía su exaltado corazón.
Myungsoo me recogió para colocarme sobre él, mientras él también se elevaba del sitio, tanteando en mi espalda y costado, en busca de la forma para deshacerse de mi ropa. Guie sus manos hasta la cremallera, que bajó a toda velocidad, despojándome de la aquel trozo de tela, descubriendo mi piel, solo cubierta por mi ropa interior. Con las manos sobre mi cintura, y la mirada puesta sobre mis ojos, me respondió.
-Tú sí que eres perfecta. –Murmuró con un suspiro, antes de besar la piel entre mis pechos, subiendo sus manos por mi espalda.
Yo acariciaba su nuca, agarrándome a su pelo, incapaz de hacer otra cosa más que amasarlo entre mis manos, a la vez que se me escapaban pequeños gemidos, según fue a desabrochar el sujetador, lanzándolo lejos de allí y comenzó a deleitarse con esa parte de mi cuerpo. Cubriéndolos con sus manos, acariciando, jugando con los pezones y llevándoselo a la boca, lamiendo y mordisqueando. Acariciaba su mandíbula y sus orejas, y ahogaba pequeños gritos al apretarme contra él a cada movimiento, notando su dura y caliente erección en mi entrepierna, volviéndome loca. Su legua, su cuerpo, su piel. Todo él entero me hacía perder la cordura.
Paró para respirar profundamente, mientras su mirada alcanzó la mía. Sus ojos negros entrecerrados, suplicando más, a la vez que me observaban con intenso amor, y sonreía de esa manera que solo podía hacer él, con una risa suave, mostrando sus hoyuelos. Como le amaba, como deseaba a ese hombre. Poder ser suya siempre.
Le besé de nuevo, presionando mis labios contra los suyos, aumentando el calor que desprendíamos al introducir mi lengua en su boca, ansiosa por encontrarme con la suya, que siempre se movía con esa fuerza y agilidad que me hacían disfrutar tanto. Rodeados por una media oscuridad, con el pelo alborotado a nuestro alrededor, sin poder apenas tomar aire, respiramos el uno sobre el otro, sin separar nuestros labios, aun sin besarnos, solo sintiendo nuestro aliento mezclarse, nuestro pulso empujando a nuestros labios a fundirse, sin conseguirlo, mientras acariciábamos nuestros cuerpos, esta vez, llegando tanto sus manos como las mías a desabrochar su pantalón. Una vez hecho, entrelazó nuestros dedos, y me miró interrogante. Yo asentí quedamente, cerrando los ojos y sacando la legua, lamiendo su labio superior, detonando su voluntad.
Ayudé a que sus vaqueros descansaran en el suelo de la habitación, quedando solo una barrera más para unir nuestros cuerpos. Me recostó de nuevo debajo de él, plantando un pequeño beso en mis labios, para ir bajando en dirección a mi pecho, y más abajo, a mi ombligo, y más abajo… Mordisqueando y jugando con sus manos en la piel de mis piernas, subió hasta mis braguitas, tirando de ellas. Murmuré su nombre, totalmente excitada, dejándole hacer. Le quería. Ya. Todas mis terminaciones nerviosas estaban haciendo una verdadera fiesta ahí abajo, y ni siquiera me había tocado.
Un verdadero grito salió de mi garganta en ese momento, cuando posó sus labios en mi sexo, jugando con su legua allí donde era más sensible. Me miró con el rostro extasiado, formando con su boca un claro “delicioso” que me hizo temblar de arriba abajo, para acabar suplicándole por otra cosa que me era más urgente. Vi en sus ojos la intención de continuar con su extremadamente placentera tortura, pero me deslicé en la cama, hasta que conseguí agarrar sus calzoncillos, tirando de ellos hacia abajo. Me dirigió una pequeña sonrisa y asintió, terminando lo que intentaba hacer.

Contemplé su liberada erección con creciente deseo y curiosidad. Myungsoo se mostraba algo más tímido, aunque con un nuevo beso en su boca, y algún que otro en el cuello, más caricias en su espalda y masajes en su cuero cabelludo, volvió a ser aquel amante frenético, incapaz de estar quieto, solo cuando necesitaba respirar. Alargando una mano hasta su miembro, lo acaricié gentilmente, haciendo a Myungsoo retorcerse de placer bajo mis dedos. Lo guie hasta la entrada a mi cuerpo, haciéndole que presionara ligeramente contra mí, ambos emitiendo un gutural sonido.

No podía más, todo mi ser pedía por él, esperaba el momento, lo deseaba como si no hubiera mañana. Myungsoo me miró una vez más como si me pidiera permiso, a lo que respondí elevando mis caderas, haciendo que se hundiera un poco más, a lo que emití un grito ahogado y me retorcí de placer mordiéndome un labio. No pudo con eso, lo sentí. Toda la energía de su cuerpo se concentró en esa parte de él, haciéndole contener la respiración… Antes de hundirse del todo en mí, con un movimiento con el que profundizó en mi cuerpo de una forma que jamás hubiera imaginado. Soltó un verdadero gemido de placer como nunca antes había oído.
¿Dolía? Era extraño. Sentirle dentro, llenándome por completo, abarcando todo, sin ningún resquicio entre ambos… Oí como susurraba un “¿Estás bien?” jadeante. ¿Qué podía decir? Estaba bien. No podía parar ahora, aún quería mucho más de él. Entrelacé las piernas a su alrededor, musitando un leve “más” seguido de un alto quejido de placer al notar una nueva embestida, que llegó más adentro en mí. Las oleadas se extendían por todo mi vientre, llegando a mi boca que soltaba gritos y gemidos, en respuesta a sus movimientos de cadera fuertes y rítmicos, junto con sus guturales susurros y suspiros y su pesada respiración.
Bajó ante mis suplicantes labios para besarme de nuevo, su boca lujuriosa e indomable frente a mí. Jamás me había besado así, de una forma que casi parecía violenta por la fuerza que poseían sus labios y su lengua. Pero, oh… Me encantaba esa fiereza combinada con cómo fue acelerando el ritmo de sus movimientos, haciendo que me retorciera una vez más bajo él. Más rápido, más fuerte, más duro, más profundo… El mundo se desvaneció por un momento mientras gritaba su nombre entre jadeos incesantes. Todo mi ser se concentró un momento en el punto donde su miembro se encontraba conmigo para estallar en mil pedazos y volver a juntarse en un segundo, como si fuera una nueva persona.
Cuando pude abrir los ojos, le encontré sonriendo, antes de volver a besarme, para bajar ahora a mis pechos, que no habían sido olvidados por él ni un segundo. Di un nuevo respingo al volver a notar su contacto placentero sobre mi piel, al igual que cuando continuó moviendo sus caderas contra mí, fuerte y lentamente. Me volví loca. Me elevé sobre él, alejándome del colchón y abrazándome a su cuerpo, mientras me acomodaba de otra forma alrededor de su sexo. Yo me hundí a la vez que él empujó, consiguiendo que una nueva oleada de placer me hiciera casi sucumbir.
Apoyada sobre su hombro, suspiré en su oído, agarrando su pelo. Le miré, me miró. Me besó levemente y decidió moverse rápido de nuevo, esta vez sin dejar libres mis labios. Cuando volví a sentir que el mundo se abalanzaba sobre mí, volví a gritar, pero el sonido fue ahogado por su lengua, que se movía impasible sobre mí, Necesitaba chillar, si no, ¿qué podía hacer para…? La energía se quedó en mi interior, dando vueltas como loca, haciéndome perder casi el conocimiento, hasta que, en una nueva embestida, mi cuerpo se liberó, casi rasgándose en dos y volviendo a unirse de forma milagrosa, a la vez que Myungsoo también acababa por sucumbir ante el inmenso placer en un aullido ahogado que liberó su tensión.
Tomó una gran bocanada de aire y besó mi mejilla, antes de sonreír levemente y volcarme sobre la cama, echándose a mi lado, abrazándome de nuevo, sin dejar que me separara de él. De su pelo caían espesas gotas de sudor sobre su rostro, por lo que limpié la piel alrededor de sus ojos con cuidado, mientras él me hacía lo mismo a mí, también acariciando con el pulgar mis pómulos rosados. Se mantuvo mirándome durante bastante rato, simplemente dejando que sus ojos se encontraran con los míos, hablándoles en silencio, descubriendo cada diminuto resquicio de estos. Podía sentir su cariño, que me llegaba a través de la calidez de su piel, el encanto de sus ojos, y su tímida sonrisa.
Cuando dejó de observarme, fue para atraparme en un fuerte abrazo, en el que apenas podía respirar, aunque me daba igual, pues deseaba tenerle cerca más que cualquier otra cosa. Acariciaba mi cabello repetidas veces, hundiendo la cara en él, rozando con su nariz mi cuello, como si fuera un animalillo. Dejé a mis labios besar su frente, para apoyar seguidamente la mía allí, son un suspiro, que hizo que me apretara aún más contra él y emitiera algo parecido a un sollozo.
Pestañeé aturdida, y subí las manos hasta su cara, arrastrando sin darme cuenta una caliente lágrima. “¿Qué pasa, Myungsoo?” murmuré en voz tan baja que no sé si pudo escucharme. Tomó aire y besó mi hombro, mi cuello, susurrando un “Te amo” en mi oído, besándome también allí, haciendo que sintiera cosquillas. “Te amo” pronunció de nuevo, con una voz tal que hizo que yo también estuviera al borde de derramar alguna lágrima de emoción. Sentirle así, enamorado, junto a mí, incapaz de contener sus sentimientos dentro de sí, superándole por su inmensidad… No podía ser más feliz, no podía quererle más.
-Sabes que yo también a ti.- Susurré con voz entrecortada. Myungsoo asintió y continuó abrazándome, escondiendo su cara contra mi cuello, mientras continuaba dejando algún beso más y calmaba sus sentimientos, al igual que yo.
Al cabo de un rato, comencé a notar algo de frío, pues seguía estando sudada y ahora estaba quieta, solo recibiendo calor del cuerpo de Myungsoo. Me solté un poco de sus brazos y me deslicé hasta encontrar su mirada.
-Voy a darme un baño. –Sonrió, sonreí.- Enseguida vuelvo.- Dije dándole un nuevo beso.
Me separé de él sintiendo como si me hubieran quitado una parte de mi misma. Como si de repente estuviera vacía. Sacudí la cabeza y fui a levantarme… Pero… Estaba desnuda y… No es que fuera un gran problema, pero… ¿Iba a salir así, sin nada? Mi ropa estaba tirada lejos de allí. Suspiré y miré atrás por encima del hombro. Myungsoo me observaba divertido. Reuní toda la dignidad que podía tener aun estando desnuda y caminé rápidamente al baño, escuchando una sonora risa a mis espaldas. Entrecerré la puerta con cuidado y me dispuse a llenar la bañera… Que era mucho más grande y profunda de lo que había pensado. Supuse que era una bañera con complejo de jacuzzi. Enseguida aparecieron tres orificios por los que comenzó a brotar agua, llenándola algo más rápido.
Mientras esperaba, volví a asomarme a la habitación, comprobando si Myungsoo estaba dormido o no. Estaba tumbado, con medio cuerpo al descubierto, sonriendo pícaramente y con los ojos entrecerrados. Me miraba divertido.
-¿Qué? –Pregunté soltando una pequeña risa de vergüenza.
-Eres preciosa.-Dijo apoyándose sobre sus codos, haciendo que sonriera y me escondiera aún más tras la puerta, mirándole con simpatía.
Cuando volví al vista al baño, el agua ya llenaba la bañera, así que procedí a comprobar si estaba fría, pero estaba más que caliente, justo como me gustaba. Tenía un pie ya dentro, cuando escuché su voz a mi espalda.
-¿No deberías preparar alguna toalla, señorita precavida? –Preguntó trayendo varias en la mano hasta allí.
Tampoco se había molestado en cubrirse con nada. Estaba allí, de pie, observándome mientras me metía con cuidado en el agua. Incapaz de aguantar su mirada por más tiempo, regresé a lo que estaba haciendo y conseguí meter ambas piernas dentro. Entonces, sentí sus manos en mi cintura, acariciándome lentamente, mientras él también se metía en la bañera-jacuzzi, con el agua llegando hasta casi nuestro cuello si nos sentábamos, Expulsamos el aire al respirar en un suspiro de placer. Se podía casi nadar allí, era verdaderamente grande. Me dispuse a cruzar la bañera, pero sus manos me impidieron moverme, sentándome sobre él, mientras apoyaba la cabeza en mi hombro. Reí y jugué con el agua a nuestro alrededor, dándome la vuelta y creando olas contra su pecho, y salpicando su pelo y cara. Me miró con fingida sorpresa y torció la cabeza varias veces, sin dejar de mirarme, haciéndome reír. En ese momento, aprovecho mi baja guardia, para lanzarme al centro de la bañera y salpicarme a lo bestia, yo le salpique a mi vez, dejando el suelo cubierto de agua. Lanzó una carcajada y corrió a abrazarme, para hacerme cosquillas, pateé intentando huir, pero solo conseguí casi ahogarme con mi propia risa.
-Por favor, por favor, para…
Efectivamente, paró súbitamente, acercando su cara a la mía, mirándome con intensidad, estático. Me rodeó con sus brazos, depositando un beso sobre mis labios húmedos, y entonces comenzó a girarme, mientras reía estruendosamente por mi sorpresa. Continuamos jugando, hasta que la situación fue tan grave, que tuvimos que rellenar la bañera, pues apenas quedaba agua dentro. Entonces, nos relajamos, disponiéndonos a aplicar el jabón necesario y salir de allí.
Por supuesto… Aún nos entretuvimos más en esa parte. Pretendía aplicarme el gel sobre mi misma… Pero para qué negarlo, tenerle allí hacía que quisiera deslizar mis manos sobre su piel en todo momento, y aquella era una ocasión perfecta. Me mordí el labio mientras iba hasta él, derramando el líquido en su espalda, haciendo que se sobresaltara. “¿Qué? Oh…” Sonrió dulcemente, dejando que le hiciera lo que quisiera mientras seguía sonriendo. Froté su espalda en silencio, concentrada en quedarme con cada detalle de su piel, por lo que su voz me sorprendió.
-Estás bien, ¿verdad? No te he hecho daño, ¿no? –Asentí, abrazando su espalda con cariño, dejando que riera un momento. Luego, añadió balbuceante- Y qué… ¿Qué sientes ahora? -¿De verdad me estaba preguntando eso?
-Mmm…-Murmuré sin saber que decir.- Que… ¿Tienes la piel muy suave y me encanta? –Lanzó una buena carcajada con eso. Cuando terminé de lavarle, echando agua sobre sus hombros, se giró para mirarme con una pequeña sonrisa.
-No… Me refiero a…A…- Agachó la cabeza, y me miró elevando los ojos ligeramente, por debajo de su flequillo húmedo.- ¿Qué tal todo?
-¿C-Cómo era?-Ladeó la cabeza, mordiéndose un labio y sonrojándose. Oh, pero que cosa más tierna, por favor. “¿Puedo morir ya?”- Ha sido genial.- Dije colgándome de su cuello.- T-te mueves… ¿Bien?-Suspiré, acariciando sus hombros, mientras él seguía esperando por algo más de información. Yo no sabía que añadir. Se acercó, empujándome contra la pared de la bañera, presionando ligeramente nuestros cuerpos.
-¿Era eso lo que querías? –Yo le miré confusa.- Te pusiste ese vestido y… No pensé en nada más… Quizá solo debería haber…-Negué con la cabeza.
-No podía pensar en otra cosa estando en esta habitación, así… Tan… Y los dos solos, y… Tú con tu cuerpo y todo cerca y… -Sonrió de nuevo, como si recibiera un gran halago, antes de morder mi oreja, sacándome un suspiro por su cercanía y ese gesto.
-¿Y cuando hago eso? ¿Qué sientes?
- Me vuelves loca. –Rio. “No quiero que te lleven al psiquiátrico”. Entonces, me besó con azoramiento y pasión, con un ritmo candente  que marcaba su ágil lengua.
-¿Y ahora? –Susurró con un quejido.
-¿Y tú?- Me observó quedamente unos segundos, terminando por callar ante la rebeldía de mi propósito firme por no contestar esa vez. Entonces, bajó sus manos hasta mi baja espalda, arrimando nuestras caderas.
-Quiero poder besarte a todas horas. Todo tu cuerpo.- Musitó posando sus labios en mi frente, mientras sus manos se deslizaban por mis piernas, arriba y abajo, traviesas.
-¿D-de verdad?-Susurré en voz baja y rápidamente, solo un pequeño pensamiento de admiración por sus palabras. Él se sonrió, y me miró con un pestañeo. Se lamió los labios, y procedió a besarme con una sonrisa. Mi boca, mi cuello, mi hombro, acariciando mi pecho con un gemido de ambos. Entonces se apoyó sobre mí, pegando su mejilla con la mía, abrazándome con fuerza.

-¿Hay alguna forma de no desearlo?- Ascendió con dos dedos por mi espalda, haciendo que me curvara hacia él. Solté un grito ahogado al notar su pene erecto, de nuevo.- Te quiero, no sabes cuánto, y te lo quiero demostrar de todas las formas posibles… Esta es solo una de ellas… -Asentí, afianzándome a él bajo el agua, sintiendo que mi cara dolía por sonreír tan fuertemente. “Gracias” susurré. “Te quiero”
Lamí el lóbulo de su oreja, a la vez que Myungsoo cogía algo de gel para proceder a acariciar mis hombros y mi pecho en un excitante masaje. Pellizcaba mis pezones, mientras yo me azoraba más y más con sus caricias, trazando círculos alrededor, presionando una y otra vez. Empujó sus caderas contra las mías, frotándose ligeramente. Gemía para que diera fin a mi suplicio, pero no lo hizo aún, si no que fue bajando una mano, mientras la otra limpiaba con agua el jabón, hasta que llegó a mi pubis. No me dejó morderme los labios, pues los apresó entre los suyos, a la vez que jugaba con mi clítoris, haciendo que sofocara quejidos contra su boca. Cuando introdujo dos dedos en mi vagina, quise gritar, pero cualquier sonido fue silenciado por su furiosa legua que me mantuvo entretenida mientras su mano entraba y salía, acariciando con suavidad mi sexo, llevándome cerca del éxtasis.
-Y hago eso…-Tomó aire pesadamente, mientras me miraba con lujuria.- ¿Cómo te sientes?
-Oh, Myungsoo… Ahhh…-Gemí contra él, mientras mordía su cuello haciéndole suspirar, y mis dedos iban en busca de su miembro, para poder tenerlo entre mis manos.
Era suave, como todo él. Acaricié la glande con los pulgares, mientras subía para presionar su cumbre, haciendo que soltara un gutural gemido con mi nombre. Continué haciéndolo, subiendo y bajando, con fuerza, mientras él se retorcía a mi alrededor temblando de placer. Incapaz de moverse apenas, bajó hasta mi pecho para succionarlo con fiereza, consiguiendo que gritara esa vez.
-¿Cómo te sientes, cuando… Ahhh… Myungsoo, Ahhh… Cuando haces… Eso?
Alzó su mirada oscura y nublada por el placer. Y continuó besándome allí, haciéndome temblar.
-Es increíble, es como hacerte sentir el placer que yo… Ahhh.-Gimió cuando acerqué su pene a mi cuerpo, con claras intenciones.- Selene… -Rio ligeramente, antes de morder mi labio inferior y abrir los ojos para mirarme intensamente, mientras sus caderas se movían hasta que me penetró con una sacudida. Asentí, acomodándome sobre él, alborotando su cabello mojado, loca de placer, mientras lo empujaba más profundamente, siguiendo un ritmo rápido que pudiera satisfacernos. Entre gemidos cada vez más fuertes, me besó lentamente, acalorándome aún más.
No contento con todo eso, con una pequeña advertencia y una sonrisa traviesa, nos sumergió bajo el agua por completo un instante, en el que me embistió sujetándose a mi cintura, de una forma brutal, que me hizo chillar. Cuando salí a la superficie y respiré aire puro, el placer se multiplicó, dejándome sin respiración casi. Con suspiros entrecortados, miré su pelo empapado, que salpicaba sobre su pecho agitado. Deje a mi boca trazar un recorrido sobre su piel, acariciando con mis manos sus bien formados glúteos.
-Sujétate bien.-Murmuró.
Yo sonreí, sin entender por qué decía eso, hasta que, con un impulso, tuve que rodear con mis piernas sus caderas, pues me elevó sobre él, para sacarme de la bañera, y empotrarme contra la pared del baño, mientras seguía hundiéndose en mí, cada vez con más violencia y furor, nublando mi mente, solo siendo capaz de sentirle alrededor, notando su pulso y su respiración sobre mí, mientras gemía conmigo.
Eso era demasiado para mi pobre cuerpo, demasiado deleite. Oír sus quejidos en mi oído, mientras su lengua jugaba con mi cuerpo, y su pelo se deslizaba entre mis dedos, y su olor se colaba en cada poro de mi piel… Era demasiado. Una sensación de inmenso gozo se fue abriendo paso en cada célula de mi organismo, llevándome a un gran torrente de sensaciones. Me agarré a sus hombros entre fuertes gemidos y ligeros temblores que me cubrían por entera, y grité su nombre mientras el orgasmo me dejaba sin fuerzas, solo pudiendo escuchar los ardorosos sonidos que producía su garganta a su vez al llegar al clímax.
Intentando mantener una respiración de ritmo normal, me acunó entre sus brazos para llevarme a la cama, pues yo apenas me podía mover. Me tendió allí y vi cómo me observaba durante un momento, antes de darme una sonrisa cansada y satisfecha, mientras paseaba una de sus manos por mi vientre, haciendo que me contrajera bajo su suave contacto. Alcé los dedos hasta que conseguí rozar su mejilla, trazando su mandíbula y después su perfecta nariz, un poco respingona y muy graciosa.
Con un suspiro, sonrió, cerrando los ojos y se inclinó a besarme con ternura, mientras cubría mi mano con la suya, asegurándose de que me mantenía en contacto con su piel, entrelazando sus dedos con los míos una vez el beso se tornó más pasional, con la entrada de su lengua en mi boca, siendo esta vez lenta y gentil, como si quisiera disfrutar del más mínimo detalle y no quisiera agotarme más. Me dio varios breves besos más, antes de rozar su nariz con la mía en una sonrisa.
-¿Tienes sueño?
-Bueno…-Susurré.- Realmente, ¿cómo podría dormir ahora mismo? –Él rio, acostándose a mi lado, apoyándose sobre un codo.- Solo que, mi cuerpo ya no me contesta… Tú, ¿tienes sueño?- Myungsoo sonrió, y tras eso me miró de arriba bajo, mordiéndose el labio inferior. Me miró dubitativo, y negó con la cabeza. La mayoría de las velas se habían apagado, y ahora había mucha más oscuridad. Sus expresiones eran libres, por la intimidad que esta proporcionaba, aunque yo pudiera verle a la perfección. Había cierta lucha en su mirada.- ¿Qué…? ¿Myungsoo? –Él se dejó besar suavemente, y entonces vi resolución en sus ojos.
-Descansa, no tienes que hacer nada. Solo…- Pestañeé y él bajó sus labios hasta la piel entre mis pechos.
Como me gustaba que me besara ahí, y bajara por mi línea alba hasta mi ombligo, abarcándome con sus manos, sujetando mis caderas. Cerré los ojos, dejándome acariciar. Con sus brazos, separó mis piernas, exponiendo mi cuerpo, alertándome y dándome cierta idea sobre lo que pensaba hacer. Abrí los ojos rápidamente, cuando note su nariz entre mis muslos, olfateando entre suspiros de placer. No sabía si decirle que parara, o gritar su nombre animándole a que continuara de una vez.
Según iba tanteando la zona con ligeros besos, que me torturaban con un placer infinito, me incliné por la segunda opción. Arriba, deslizándose hasta llegar a bajo, con la suavidad de sus labios contra la zona más sensible de mi cuerpo. Susurré su nombre entre pequeños quejidos. Repitió una y otra vez, poniéndome los nervios a flor de piel, de forma que cada respiración, cada movimiento, cada pequeña presión se multiplicaban y subían a oleadas por mi cuerpo. Y solo había comenzado.
Cuando usó su ágil lengua para lamerme sentí que podría sucumbir solo con eso allí mismo. Todo me daba vueltas, a la vez que él giraba ese órgano alrededor de mi clítoris, haciendo que me curvara para él para que calmara mi hambre, de nuevo. Mi cuerpo era incansable. Respondiendo a mis pedidos, se introdujo en mí con su lengua. Oh, sí. Su lengua. Incesante, fuerte, rápida y deliciosa lengua. Comenzó a moverse frenéticamente, entrando, saliendo, volviendo a entrar, profundizando, girando, moviéndose dentro de mí, haciéndome gemir estruendosamente, mientras sentía que podía morir bajo el placer que me otorgaba su boca. Respirando entre fuertes suspiros y aullidos de placer, agarré su pelo, guiando su cabeza para que se hundiera más profundamente, para que me llenara con su calor y su humedad. Me estaba volviendo verdaderamente fuera de sí.
Respiró fuertemente, y con un rugido, regresó a lo que estaba haciendo, consiguiendo que de una vez por todas, con un movimiento de su lengua y un suave mordisco, llegara con un grito al séptimo cielo.
-Oh, Myungsoo…- Suspiré cuando hubo terminado, y se echó de nuevo a mi lado, con una tierna sonrisa, aunque cubierta con una mirada de deseo.
Aún así, se contentó con arroparnos juntos, y tomar mi mano, mientras se acomodaba a mi lado, cerrando los ojos. “No tienes que fingir”. Podía sentir su pulso acelerado y el calor que provenía de su entrepierna, muy claramente. Pero él intentaba dormir, o hacerse el dormido. Sonreí mientras miraba sus ojos cerrados, sobre sus pómulos sonrojados. Parecía que mi cuerpo pesara toneladas, pero aún así, no podía quedarme quieta. No ahora que me había quitado el sueño de esa forma.
Deslicé las manos por debajo de la sabana hasta que encontré su virilidad, totalmente dura y ensanchada. ¿De verdad había estado dentro de mí? Me pregunté con sorpresa, asombro e intentando ocultar una sonrisa al recordar la sensación que era unirme a él. Besé su abdomen a la vez que mis dedos se ponían en marcha sobre su piel, arrancándole un resoplido entrecortado, que me hizo temblar. Bajó sus manos a su vez, frenándome.
-Selene… N-no hace falta… Duerme.- Su súplica escondía claramente un “continua por favor” por lo que le desobedecí con cariño, negando contra su boca, mientras suspiraba y saboreaba mis labios, sin soltar mis manos, que seguían acariciando su miembro.
Sus dedos guiaban mis manos, imprimiendo más fuerza en los movimientos, indicándome el ritmo y cómo y dónde tocar. Le miré con fingida indignación. Lo estaba haciendo todo él. Por eso, fui bajando con mis labios por su línea alba, hasta que llegué a su ardiente erección. Como si de un animalillo se tratara, la acaricié con mis mejillas, frotándome con suavidad, dejando que mi nariz también la recorriera sutilmente. Sin poder evitarlo, saqué la lengua para lamerla longitudinalmente, mientras mi respiración caía sobre ella, aumentando la sensación. Masajeé sus delicados testículos con mis labios, llenándolos de besos. Cuando levanté la cabeza, sus manos se agarraban a la sábana como si le fuera la vida en ello, mientras mantenía la cabeza extendida hacia atrás, emitiendo sonoros gemidos.
Acerqué mi boca a su punto más álgido, rodeando su mástil con ambas manos, sometiéndole a cierta presión, antes de lamer con suavidad su glande, trazando círculos a su alrededor. Levantó la mirada un momento, encontrándose con la mía, mientras yo me mantenía ocupada. Cuando comencé a mover mis manos rítmicamente, y a succionar con mi boca, rozando de vez en cuando mis dientes con su cumbre, solamente pudo volver a reclinarse entre gritos y sacudidas de placer. Sus dedos se enroscaron en mi pelo, presionándome contra él débilmente, pero aumentando el calor que sentía en mi interior con ese roce. 
Continué lamiendo y chupando, hasta que se incorporó un poco, alertándome, gritando mi nombre. Iba a eyacular, pero no quería separarme de él ahora, lo quería todo, todo lo que pudiera darme. Así, cuando el momento llegó, me preparé para recibir aquel liquido viscoso y caliente, tragándolo sin pensar. No era delicioso, pero era Myungsoo, y no dejaba de ser algo placentero el poder hacer que se sacudiera a causa de mi contacto de esa forma.
Subí besando su abdomen hasta que me apoyé en su hombro, como siempre hacía. Myungsoo me acercó a él y me estrechó fuertemente susurrando un pequeño “Te quiero” y un “gracias”. Asentí, notándome cansada, aunque después de eso, curiosa, y sin sueño. Tomé aire para hablar, pero no supe bien como decir lo que estaba pensando. Él lo notó y me instó a que le dijera lo que quisiera. Me negué y su curiosidad creció, hasta que me hizo contárselo.
-Y para ti… ¿C-cómo es?
-¿C-cómo es? –Repitió dubitativo y estupefacto.-Pues…Mmm… Es… No lo sé muy bien… Pero me gusta, me encanta… Y eres increíble, muy… ¿Apretada? Y caliente y…-Resopló.- Es algo único.- Dijo besando mi pómulo ardiente, mientras nos arropaba un poco mejor. –Pero, tú… Estás bien, ¿verdad? A veces luego siento que… He sido algo bestia.- Añadió en un susurro.
-Estoy bien.- Reí.- Bastante cansada, porque… A veces eres algo bestia. –Volví a reír y me abracé más fuertemente a él, cerrando los ojos sobre su pecho.- Pero eso también me gusta.-Murmuré tímidamente.- Es como… Cuanto más me das, más quiero, y no me cansó y… Mmm… Eres lo bestia que necesito que seas.
-Ah, bien, entonces.- Susurró entre carcajadas, para acariciar mi espalda suavemente luego.- Yo tampoco me canso, y cada vez quería más, por eso… Si te he hecho daño…-Negué de nuevo, tapándole la boca con mi mano, a la cual mordió débilmente.- Vaale.
-¿Qué haremos mañana? ¿Vamos a bañarnos?
-Es lo único que podemos hacer, creo… No tenemos más ropa.-Asentí, con el corazón encogido en mi pecho.
-Eso significa que… ¿Estaremos aquí gran parte del tiempo? –Él afirmó con una sonrisa, a la que yo respondí con un pequeño grito animoso, abrazándome a su cuello.- Me gusta la idea por alguna razón.
-A mí también, a mí también. Y ahora…
-A dormir, que estamos de vacaciones. –Dije sonriendo.
Myungsoo me robó las últimas sílabas con un beso, murmurando después un pequeño “no me robes las palabras” con una risa, antes de cerrar los ojos, asegurándome de que estuviera cómoda sobre su pecho y hombro.
De alguna manera, el día siguiente llegó muy rápido.

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