35# ¿Recuerdas lo que recuerdo? No puedo fingir no saber quién eres.
Tao
La sangre recorría su cuerpo a una velocidad peligrosa, a un ritmo que marcaba su desesperado corazón. Observó la oscuridad de la casa, el reflejo de la luna colarse entre las cortinas. Parecía estar todo sereno, constante como siempre, al igual que el sonido de las olas ir y venir, que se oía de fondo, pero no lo estaba. Aquello era un desastre, se dijo golpeando la pequeña mesa a su lado.
¿Qué había conseguido? Había hecho sufrir a “su queridísimo hermano”, sí, eso era lo único que había ganado. Por todo lo demás… Selene no había dejado de mirar a Myungsoo en toda la cena y era lo suficientemente sensitivo para notar que había intentado apartarse cada vez que la besaba, además del hecho de que en sus pensamientos solo encontró incomodidad y deseos de conocer más a aquel otro hombre. Después de todo, había huido a la habitación corriendo, sin querer saber nada más de él, sin seguir su juego ni por un momento. Aquello se le estaba yendo de las manos.
Siempre había creído que tener al enemigo cerca le daba cierta superioridad frente a él, pero… Después de esa noche, de esos pensamientos… No podía mantener a Myungsoo y a Selene juntos.
-Tao… Hehehe… ¿Era esto lo qué querías? Creo que me necesitaras más tiempo para tenerlos en tu poder… Hehehe…-Momo llegó hasta él riéndose cruelmente.
-No.- Tao no reía, solo hundía sus comisuras, en un amago de sonrisa, que perfectamente podría parecer una mueca de desagrado. Lo era.- No, Momo. Necesito pensar, vete.
-Por supuesto. Pero más te vale no olvidar tus obligaciones hacia mí.- Obedientemente, aunque sin abandonar su sonrisa malvada, Momo le reverenció antes de irse, desternillándose de risa por el camino.
“No necesito que me recuerdes nada, cucaracha inmunda” En tensión, le despidió y regresó al salón, manteniéndose lleno de dudas, sin estar seguro de nada. Antes de llegar allí era decidido, sabía perfectamente lo que quería y hasta donde llegaría para conseguirlo, no le importaba nada. Y ahora… No sabía qué hacer. Solo quería huir. Coger a Selene e irse tan lejos como pudiera. “¿Por qué no?” Daba igual lo que pudiera pasar allí si se iban lejos. Todo sería como un sueño, lejano e irreal.
Con cuidado, abrió la puerta de la habitación sin hacer ruido, quedándose apoyado en el marco de esta, contemplando el cuerpo que yacía en la cama, agitándose en sueños. Su piel aterciopelada, sus mejillas siempre sonrosadas, su cabello largo y suave, sus ojos cambiantes. Era suya. No podían tocarla, no quería que la miraran siquiera, solamente él. Solo ellos dos.
-Myungsoo.-Murmuró con voz débil, abriendo los ojos un momento, antes de volver a cerrarlos pesadamente.
“O simplemente me deshago de él de una vez” ¿Por qué no lo había hecho antes? “Quería verle sufrir” Y había funcionado, pero no como él esperaba. Ya no lo necesitaba, no quería nada más que pudiera estropear lo que había conseguido.
“Myung… Soo…” Ese nombre seguía apareciendo en la mente de Selene, mientras soñaba con él. Tao frunció el ceño, más que contrariado, intentando encontrar una expli… “No se ha tomado la medicación esta noche. Mierda” Se dijo, mientras corría a la cocina en busca de esas pequeñas píldoras blancas. No había en ninguna parte, se habían acabado. Revisó una y otra vez, nervioso, sin poder creérselo del todo. Necesita que Momo le diera más. Lo necesitaba. “Lo necesito” murmuró con vez lúgubre, dándose cuenta de que había estado equivocado, enfureciéndole ese hecho. Estaba atrapado.
-¡¡NO!! –Gritó, golpeando la pared con fuerza, consiguiendo romper las baldosas con cierto estrepito, y destrozándose la mano a cambio.
Pero no importaba, no podía soportar seguir así. No podía hacer nada sin cuestionarse antes, estaba harto. Tomó la decisión, y elaboró un plan desesperado, pues poco le importaban ya las consecuencias. “Un día más, dos quizá y Myungsoo va a desaparecer. Sí… Así Selene no podrá hacer nada incluso si recuerda. Solo estará conmigo. Solo conmigo. Sí.” Respiró fuertemente contra el vacío de la habitación, asintiendo para sí mismo. Solo unas horas más.
Salía de allí, cuando encontró un sobre en la repisa, doblado con cuidado. Era para él, de parte del servicio.
Después de esta noche, nos gustaría que, por favor, nos mantenga alejados de todas las locuras que quieras hacer, pero que no nos importan de su vida personal. Nos hemos sentido bastante incomodos y por eso queríamos pedirle que no nos dejara inmiscuirnos con usted.
Atentamente, sus empleados.
Tao rio secamente, antes de volver a dejarlo en su sitio. No iba a ser muy difícil dado el rumbo que iba a tomar todo. “Solo un poco más y habrá acabado”
Myungsoo
Su mente estaba clara, podía recordar todo con precisión. Los momentos, las sensaciones y sus poderes. De nuevo había vuelto a ser él, pero eso no podía hacerle muy feliz ahora mismo. La situación no era buena, en absoluto. ¿Por dónde debía empezar para cambiarlo todo?
Tao podía seguir leyendo su mente, así que no podía acercarse a él de ninguna forma, no podía arriesgarse a que le descubrieran. Tampoco podía atarle, no podía hacerle nada, el mundo también estaba en peligro. Nada había cambiado, solo el hecho de que ahora, Myungsoo estaba atado de pies y manos, encerrado allí. “¿Qué probabilidad habrá de que salga algo bien?”
También debía hacer lo imposible para que Selene… Tenía que recordar, como fuera, y alejarse de ese ser. Notó un nudo en la garganta lleno de desesperanza. “No sabe quién soy. ¿Podrá recordar, verdad?” Agitó la cabeza y decidió comenzar a actuar. “Nana y Sungyeol” Sí, debían recordar ellos también, necesitaba apoyo y… Empezar a hacer algo. Ya.
Se escabulló de las sombras de su habitación, escuchando con cuidado en la puerta de Sungyeol, pero no estaba solo. Suspiró. “Eva” tenía mucho carácter, iba a ser más fácil convencer a Sungyeol a solas… Pero no tenía tiempo que perder. Se aclaró la garganta y llamó repetidas veces a la puerta, interrumpiendo lo que estuvieran haciendo allí dentro. Tras un rato de espera, le abrieron la puerta. Rio al ver a Sungyeol. Despeinado era un eufemismo para el estado de su pelo.
-¿Sí, Myungsoo? ¿Qué pasa? Tío, tienes mala cara.- Nana se removió por atrás, confundida.
-Acabo de… Bueno, no, veréis… Es que… ¿No os parece todo muy extraño?... Ahh… ¿Os habéis tomado las pastillas esta noche? –Ellos se miraron sin saber porque estaba diciendo todo eso.
-Bueno… No. Momo nos regañó por haber perdido las de esta mañana, así que creía que nos quedaban suficientes. Pero nos ha dicho que está bien por una noche. –Se encogieron de hombros.- ¿Qué pasa? ¿Te duele la cabeza?
-No, no exactamente… Solo que…- Fue interrumpido por Sungyeol que le instaba a entrar, cerrando la puerta así tras de él.
-Estás muy raro. Cuenta.
-Ahh… -Murmuró sin saber por dónde empezar, ni qué pensarían después.- Veréis… A veces, ¿no sentís que os vienen recuerdos a la cabeza? Cosas que han pasado antes, diferentes a las que creemos que hemos vivido… Realmente… No sé, porque había veces en las que no recordaba nada más que ciertos momentos, pero entonces me asaltaba el dolor de cabeza, y no volvía a pensar en eso, pero ahora…
-¿Myungsoo? ¿Qué has hecho? ¿Ya no te duele la cabeza? ¿Qué ha pasado?- Le interrogó “Eva”, con una mirada inquisitiva.
-No, ya no me duele nada… Pero, ¿A vosotros no os pasa eso de vez en cuando? Lo que os he contado… -Dijo, pestañeando, antes de volver al mirada al suelo, y levantarla varias veces. Se sentía torpe, muy torpe.
-Sí.- Afirmó Sungyeol tras tomar una gran bocanada de aire.
-¡Sungyeol!-Chilló “Eva”, lanzándole una mirada indignada y una mueca de sorpresa.
-¿Quéee?-Se volvió Sungyeol hacia ella, confuso.- Lo hemos estado hablando antes. Además has sido tú quién me lo ha dicho primero…-Le susurró en un tono confidencial… Aunque se oía en toda la habitación perfectamente. “Eva” cedió finalmente, mordiéndose el labio inferior, avergonzada.- Ya, a nosotros nos pasa a veces, pero no sabemos que es, ni por qué. Pero sí que… Parece que nos han engañado o… Es extraño. A veces no me cuadran ciertas cosas, y luego recuerdo y… Me cuadran aún menos.
-Yo… No me suele pasar eso de ver cosas en mi cabeza pero… Selene me llama Nana constantemente… Y a veces siento que no soy Eva, si no Nana y entonces… No sé quién soy. Y
sí que… Sueño a veces con una especie de roca, pero… Sí. Luego me duele la cabeza y no pienso en ello más. –Nana se notaba un poco angustiada por lo que estaba pasando.- Pero, ¿qué ha pasado contigo? ¿Sabes algo?
-Sí… Sí, sí. Creo que he recordado todo, y creo que sé lo que nos ha pasado. –Myungsoo agitó la cabeza, quitándose el desconcierto de encima. Podía decirles todo, hacerles recordar sin que se revolvieran en su contra. No era el único. Sonrió aliviado, y procedió a decirles todo lo que sabía. Relatándoles la vida que estaban olvidando.- […]… y entonces esta mañana no me tomé las pastillas, ni ahora tampoco. Llevo día y medio sin tomarlas y… Viendo a Selene, creo que he recordado rápido. Momo fue quién nos hipnotizó al principio y nos contó lo que debíamos creer. Pero no es cierto. Tao es mi hermano, y lee mentes y… Quiere estar con Selene y no puedo hacerle daño porque… Bueno, ya lo sabéis. –Myungsoo soltó el aire de una vez, apoyándose sobre sus palmas, pensativo y cansado.
-Vaaale… Vale. Puff.-Nana y Sungyeol intentaba procesar toda la información, aunque les dolía la cabeza como si les fuera a explotar y se sintieran incómodos por no poder recordar perfectamente.- Bueno, tiene sentido con lo que a veces recuerdo.
-Y entonces sí soy Nana. Y la roca esa es lo de… Vuestra historia esa… Sí, aunque parece increíble, siento que… Es cierto. Es cierto, sí…
Seguían sin expresividad en la cara, pestañeando mientras miraban al infinito, hasta que Sungyeol se levantó, inquieto, dando paseos de un lado para otro nervioso, mientras recordaba pequeños datos que iba comprobando como ciertos por Myungsoo. Agitaba la cabeza y resoplaba, incapaz de obligar a su mente a ir más deprisa. Era frustrante.
-Y si todo eso es cierto. ¿Cómo salimos de aquí? ¿Cómo hacemos que Selene…? ¿Y que no nos descubra Tao…? Uggghh…
-Vale. Calma chicos. –Murmuró Nana con voz autoritaria.- Todos sabemos que Tao muchas veces sale, a hacer ejercicio o con Momo. Aprovechamos eso, y ya está. Y nos vamos de aquí. Lo más importante es que sigamos fingiendo, y que seamos precavidos. Saldrá bien… ¿Verdad?
-No podemos esperar otra cosa. Tiene que funcionar. –Asintió Myungsoo, con un suspiro.
-¡Ehh! Podemos engañar a Selene, darle otras pastillas o algo… Así recordará rápido. –Apuntó Sungyeol, orgulloso de su aporte.
Todos se miraron, sin saber muy bien como su vida se había vuelto aquel semejante lio absurdo, del que tendrían que pelear con uñas y dientes para salir. Sin dejarse ningún detalle en el camino.
-Mañana nos vemos, chicos, gracias por escucharme y no tomarme por loco.-Sonrió tímidamente Myungsoo.
-Haremos todo lo que podamos. Saldremos de aquí. Fighting!! –Animó Sungyeol, cerrando la puerta.
-Así que Nana…- Murmuró la misma, con un suspiro incrédulo.
-Te dije que me gustaba ese nombre.- Le dijo su compañero, pícaro, guiñándole un ojo.
Las imágenes se entremezclaban en sus sueños, ocultando la luz, hasta que esta fue demasiado evidente para continuar con los ojos cerrados. Dolía, picaba, era terriblemente molesta, así que se revolvió en la cama de nuevo.
-Vamos, dormilona, despierta de una vez.
Selene se sintió extraña por un momento, frunciendo el ceño, con las palabras que iba a pronunciar detenidas en su boca, mientras recordaba.
“No soy dormilona” “Entonces: despiértate, vagaaa…” Acordes, música, su voz, su risa. En su pecho, su corazón comenzó a latir a toda prisa, agitado por lo que aquellos pequeños detalles venidos de ninguna parte le hacían sentir.
-¿Selene?-Cuestionó una voz melosa en su oído, antes de besar su mejilla. “Tao”
-¡Vaya, vaya! ¡Lamento interrumpir, parejita feliz! Hehehe… Pero Tao, tenemos que hablar. Asuntos pendientes. Ya sabes.- Momo salió de allí con su típico caminar, sin esperar que Tao le siguiera.
- Tendré que hablar con él.-Suspiró. Solo tenía que aguantar un poco más. Ya no le necesitaba. - Espera a que vuelva, ¿vale? Enseguida te veo.- Volvió la vista con una mirada preocupada un segundo antes de salir de su campo de visión y desapareció en la terraza. El sol brillaba, y la brisa era fresca.
El sonido de su estómago rugiendo furioso la devolvió a la realidad de aquella mañana. Cuando se puso en pie, pudo notar como le dolía la cabeza realmente, no era solo una ligera molestia, era un dolor infernal. Comprobó si tenía fiebre, y caminó sin darse cuenta hasta la cocina, buscando comida y algo que la calmara esa jaqueca.
En cuanto entró, las personas allí dentro se pusieron nerviosas, en pie súbitamente, casi dispuestas a salir corriendo hacia el otro extremo de la casa. Cuando se dieron cuenta de que era ella, suspiraron aliviados y sonrieron, acercándose. Abrió los ojos, adormilada, hasta que su visión fue clara, haciendo que de nuevo se sobresaltara. Él estaba allí, frente a ella. El corazón le dio un gran vuelco, así como si se hubiera tirado desde un acantilado al vacío. Ahogó un pequeño grito, sin poder apartar la mirada de él. Sungyeol y Nana desaparecieron de la cocina.
-¿Necesitas algo? No has desayunado, ¿verdad? –Selene negó, concentrándose en capturar cada detalle de su rostro, que le resultaba tan tremendamente familiar. Él sonrió.- Permíteme. –Dijo dándose la vuelta para alcanzar una taza y un plato, colocando con cuidado varias pastas de té, de un aspecto delicioso.
La cabeza le latía, retumbando cada palpitación, haciéndose cien veces más fuerte, aunque poco importaba. La simple contemplación de su espalda, sus brazos, la piel que dejaba ver el cuello de su camisa y su pelo, de aspecto tan suave… Tragó saliva, diciéndose loca repetidamente, pero acercándose varios pasos sin poder evitarlo. “¿Myungsoo?” Pensó para sí misma, perdiendo la noción del espacio tiempo por unos segundos, mientras continuaba observando sus manos trabajando en su desayuno.
El sol, el mar, sus manos rodeando la cámara que siempre llevaba con él. Era el único objetivo que capturaban sus ojos, lo único de lo que nunca se cansaba de admirar. Las gaviotas pasaron volando a su lado mientras contemplaban un precioso atardecer. Apoyada en sus fuertes hombros, acomodada en su regazo. Su calor envolviéndola…
Myungsoo terminó de prepararlo todo, con el pecho a punto de explotar. Estaba tan cerca de él… Pero no le reconocía aun. No recordaba nada. Respiró hondo, intentando calmar sus nervios y sus dudas. Cuando se giró, preparado para servir su desayuno, se la encontró a escasos centímetros, con la mirada fija en él. Antes de poder hacer contacto visual, Selene rehuyó su mirada, bajando la suya al suelo. “Perdón” musitaron ambos a la vez. Se miraron y rieron sin querer.
Myungsoo le mostró lo que había preparado, buscando aprobación con gesto dulce. Ella sonrió, asintiendo.
-Té con helado de vainilla y pastas de frutas. ¿Qué te parece?- “Esa voz…” Selene tomó aire, intentando despejar su mente… Y llenar su estómago de una vez.
-Genial, genial… Gracias.-Murmuró recogiendo la bandeja que le ofrecía y llevándoselo a la mesa.- Tiene muy buena pinta… Seguro que está delicioso… ¿N-no?
Su última palabra se quedó colgada en sus labios, incapaz de pronunciarla adecuadamente al volver la vista atrás. Solo era Myungsoo probando el helado que había quedado en la cuchara. Pero, por simple que pareciera, aquella visión hizo que, de nuevo la adrenalina se disparara por su torrente sanguíneo. Pestañeó varias veces, pero cuando volvió a abrir los ojos, no estaba allí.
Era de noche, la luna se colaba por la ventana, su luz inundando suavemente la habitación, destellando en sus ojos negros frente a ella. “Saranghe” Murmuró antes de besarla al fin. Esos labios carnosos y suaves, moviéndose contra los suyos, devorándola sin hacer que su hambre decreciera. Sus lengua jugaban la una con la otra en ese beso… Esa lengua que… Lamía la cuchara.
“¿Qué es esto?” Gritaba en su interior, el dolor de cabeza aumentando insoportablemente. Myungsoo fue corriendo hacia ella cuando se desplomó sobre la silla, con la mirada perdida, sin conseguir ver nada, toda su atención en algún rincón de su cabeza donde comenzaban a aparecer miles de momentos que apenas podía reconocer. Respiraba entrecortadamente. La cabeza le iba a explotar.
Sus poderes se volvieron locos también, saliendo de ella como si dejaran espacio a aquel filón de imágenes. El pulso agitado de Myungsoo, lo que le trajo aún más y más recuerdos, la visión de sus ojos, su mirada preocupada… Y más allá de eso. La voz enfadada de Tao, la ira que destilaban sus palabras. El olor de Momo, los venenos que siempre mantenía bajo su gabardina. Estaban discutiendo acaloradamente.
“-No lo haré, no voy a hacer nada más por ti. Se acabó. No te necesito. ¡FUERA!”
“-Ya, claro que no me necesitas… Selene recordará enseguida si no se toma las pastillas… Así que supongo que eso no te importa… Hehehe ¿Verdad?”
“-No pienso hacerlo. NO. Eres un maldito loco y… Estoy harto. Haré lo que tenga que hacer para que Selene esté conmigo.”
“- ¿A quién llamas loco? ¡Solo te estoy pidiendo lo que me debes! ¡ME LO DEBES! ¡Yo te ayudé con esto! ¡Has conseguido todo gracias a mí!” Momo estaba gritando con su voz aguda, desgañitándose en una rabieta que se tornaba violenta.
“-¡No he conseguido nada, no me has servido en absoluto! Lo conseguiré sin ti, tendré a Selene, es nuestro Destino. Apártate de mí, y aléjate para siempre, rata inmunda… “
“-Dame lo que me debes, Tao. Dámelo ahora o…”
“-¿O qué? ¡Sé de tus trucos y no eres nadie sin mí! ¡Vete y púdrete en cualquier otra parte! ¡LARGO!”
“Selene recordara enseguida si no se toma las pastillas” “¿Recordar?” “Es nuestro Destino…” “Tao…”
“-Él no puede hacerte feliz. Solo yo puedo. Confía en mí, acabarás olvidándole cuando yo comience a seducirte.- Tao estaba al otro lado de la puerta de esa casa, mirándola socarrón, con una voz llena de ira. Estaba asustada y quería que se fuera, no sabía nada de él. Su rostro estaba en sombras, todo él destilaba oscuridad.”
La realidad la golpeó como una pesada piedra, como si la hubieran duchado con agua congelada. Intentó ocuparse de respirar mientras las piezas se colocaban dolorosamente en su cabeza. Todas esas semanas habían sido una gran mentira. Tao lo había planeado todo.
-Selene…-Murmuró Myungsoo, preocupado por la inexpresividad de su rostro, su palidez, y sus temblores. No le veía, estaba muy lejos de allí.- Selene, ey… ¿Qué te pasa?
No estaba nada bien. Cuando alcanzó a acariciar sus mejillas, estaban ardiendo. Quiso ir a mojar un paño para refrescar su frente, pero Selene no le dejó. En cuanto hizo amago de alejarse, ella volvió en si e forma repentina, con un grito ahogado, agarrándose a su brazo con fuerza. Pestañeó, y miró a su alrededor, respirando profundamente, antes de que un sollozo rompiera ese silencio, al entrelazar sus dedos con los de Myungsoo.
Todo tenía sentido y no estaba loca. Nunca lo había estado. Y Myungsoo estaba allí, con ella. ¿Recordaría también todo también? Las lágrimas comenzaron a nublar su visión, habiendo sido retenidas todo ese tiempo, recorrían su piel, saliendo a borbotones. Sacaban toda la angustia y el terror, mientras Myungsoo seguía dándole la mano, acariciando sus mejillas.
-Me gustaría ser Tao ahora mismo…-Suspiró Myungsoo con voz apenada, casi inaudiblemente para cualquier otra persona.- Para poder saber que estás pensando.
-¿L-l-lo…-Selene se aclaró la garganta y se limpió las lágrimas, intentando calmarse y conseguir hablar sin tartamudeos.- ¿Lo recuerdas?
-¿Lo recuerdas tú?-Preguntó Myungsoo exaltado, incluso antes de que Selene terminara su frase. Ella asintió. Myungsoo Lanzó todo el aire de sus pulmones en un gesto de alivio y sonrió.
-Acabo de…-Selene habló para explicarle lo que le ocurría segundos antes, pero se quedó sin palabras ante la mirada que Myungsoo le dirigía: estática, penetrante. Sus labios se curvaban en una sonrisa temblorosa, mientras hacía lo imposible por no mostrar sus emociones.
Parecía que hacía años que no le veía, que no podía admirar todos sus gestos, todas esas cosas que conocía y que le hacían feliz. No dejaron transcurrir demasiado tiempo cuando estaban el uno en brazos del otro abrazándose, recobrando aquellos momentos que derretían sus corazones.
-Te he echado de menos… Repetía tu nombre en mi cabeza, pero no podía recordar… -Myungsoo la calló, negando silenciosamente, amasando su suave cabello entre los dedos. La hacía cosquillas, y ella sonrió. “Con su sonrisa…”
-No sé cómo he podido olvidarte.
Con esto, sin poder mantenerse lejos de ella ni un segundo más, unió sus labios en un beso. Su piel podía hacerles entender mejor cuanto se habían necesitado en ese tiempo, mucho mejor de lo que cualquier palabra podría expresarlo. Todos los “te eché de menos”, “lo siento”, “te quiero” y “gracias” iban impregnado en esas caricias, sus miradas y la tierna pasión que compartían.
El helado se había derretido por completo para cuando consiguieron dejar de abrazarse. Aquello solo había sido un paso más, un momento de paz.
-Tao está volviendo.- Susurró Selene, con el cuerpo agarrotado por el terror.
-Tenemos que huir.
Tao
La sangre recorría su cuerpo a una velocidad peligrosa, a un ritmo que marcaba su desesperado corazón. Observó la oscuridad de la casa, el reflejo de la luna colarse entre las cortinas. Parecía estar todo sereno, constante como siempre, al igual que el sonido de las olas ir y venir, que se oía de fondo, pero no lo estaba. Aquello era un desastre, se dijo golpeando la pequeña mesa a su lado.
¿Qué había conseguido? Había hecho sufrir a “su queridísimo hermano”, sí, eso era lo único que había ganado. Por todo lo demás… Selene no había dejado de mirar a Myungsoo en toda la cena y era lo suficientemente sensitivo para notar que había intentado apartarse cada vez que la besaba, además del hecho de que en sus pensamientos solo encontró incomodidad y deseos de conocer más a aquel otro hombre. Después de todo, había huido a la habitación corriendo, sin querer saber nada más de él, sin seguir su juego ni por un momento. Aquello se le estaba yendo de las manos.
Siempre había creído que tener al enemigo cerca le daba cierta superioridad frente a él, pero… Después de esa noche, de esos pensamientos… No podía mantener a Myungsoo y a Selene juntos.
-Tao… Hehehe… ¿Era esto lo qué querías? Creo que me necesitaras más tiempo para tenerlos en tu poder… Hehehe…-Momo llegó hasta él riéndose cruelmente.
-No.- Tao no reía, solo hundía sus comisuras, en un amago de sonrisa, que perfectamente podría parecer una mueca de desagrado. Lo era.- No, Momo. Necesito pensar, vete.
-Por supuesto. Pero más te vale no olvidar tus obligaciones hacia mí.- Obedientemente, aunque sin abandonar su sonrisa malvada, Momo le reverenció antes de irse, desternillándose de risa por el camino.
“No necesito que me recuerdes nada, cucaracha inmunda” En tensión, le despidió y regresó al salón, manteniéndose lleno de dudas, sin estar seguro de nada. Antes de llegar allí era decidido, sabía perfectamente lo que quería y hasta donde llegaría para conseguirlo, no le importaba nada. Y ahora… No sabía qué hacer. Solo quería huir. Coger a Selene e irse tan lejos como pudiera. “¿Por qué no?” Daba igual lo que pudiera pasar allí si se iban lejos. Todo sería como un sueño, lejano e irreal.
Con cuidado, abrió la puerta de la habitación sin hacer ruido, quedándose apoyado en el marco de esta, contemplando el cuerpo que yacía en la cama, agitándose en sueños. Su piel aterciopelada, sus mejillas siempre sonrosadas, su cabello largo y suave, sus ojos cambiantes. Era suya. No podían tocarla, no quería que la miraran siquiera, solamente él. Solo ellos dos.
-Myungsoo.-Murmuró con voz débil, abriendo los ojos un momento, antes de volver a cerrarlos pesadamente.
“O simplemente me deshago de él de una vez” ¿Por qué no lo había hecho antes? “Quería verle sufrir” Y había funcionado, pero no como él esperaba. Ya no lo necesitaba, no quería nada más que pudiera estropear lo que había conseguido.
“Myung… Soo…” Ese nombre seguía apareciendo en la mente de Selene, mientras soñaba con él. Tao frunció el ceño, más que contrariado, intentando encontrar una expli… “No se ha tomado la medicación esta noche. Mierda” Se dijo, mientras corría a la cocina en busca de esas pequeñas píldoras blancas. No había en ninguna parte, se habían acabado. Revisó una y otra vez, nervioso, sin poder creérselo del todo. Necesita que Momo le diera más. Lo necesitaba. “Lo necesito” murmuró con vez lúgubre, dándose cuenta de que había estado equivocado, enfureciéndole ese hecho. Estaba atrapado.
-¡¡NO!! –Gritó, golpeando la pared con fuerza, consiguiendo romper las baldosas con cierto estrepito, y destrozándose la mano a cambio.
Salía de allí, cuando encontró un sobre en la repisa, doblado con cuidado. Era para él, de parte del servicio.
Después de esta noche, nos gustaría que, por favor, nos mantenga alejados de todas las locuras que quieras hacer, pero que no nos importan de su vida personal. Nos hemos sentido bastante incomodos y por eso queríamos pedirle que no nos dejara inmiscuirnos con usted.
Atentamente, sus empleados.
Tao rio secamente, antes de volver a dejarlo en su sitio. No iba a ser muy difícil dado el rumbo que iba a tomar todo. “Solo un poco más y habrá acabado”
Myungsoo
Su mente estaba clara, podía recordar todo con precisión. Los momentos, las sensaciones y sus poderes. De nuevo había vuelto a ser él, pero eso no podía hacerle muy feliz ahora mismo. La situación no era buena, en absoluto. ¿Por dónde debía empezar para cambiarlo todo?
Tao podía seguir leyendo su mente, así que no podía acercarse a él de ninguna forma, no podía arriesgarse a que le descubrieran. Tampoco podía atarle, no podía hacerle nada, el mundo también estaba en peligro. Nada había cambiado, solo el hecho de que ahora, Myungsoo estaba atado de pies y manos, encerrado allí. “¿Qué probabilidad habrá de que salga algo bien?”
También debía hacer lo imposible para que Selene… Tenía que recordar, como fuera, y alejarse de ese ser. Notó un nudo en la garganta lleno de desesperanza. “No sabe quién soy. ¿Podrá recordar, verdad?” Agitó la cabeza y decidió comenzar a actuar. “Nana y Sungyeol” Sí, debían recordar ellos también, necesitaba apoyo y… Empezar a hacer algo. Ya.
Se escabulló de las sombras de su habitación, escuchando con cuidado en la puerta de Sungyeol, pero no estaba solo. Suspiró. “Eva” tenía mucho carácter, iba a ser más fácil convencer a Sungyeol a solas… Pero no tenía tiempo que perder. Se aclaró la garganta y llamó repetidas veces a la puerta, interrumpiendo lo que estuvieran haciendo allí dentro. Tras un rato de espera, le abrieron la puerta. Rio al ver a Sungyeol. Despeinado era un eufemismo para el estado de su pelo.
-¿Sí, Myungsoo? ¿Qué pasa? Tío, tienes mala cara.- Nana se removió por atrás, confundida.
-Acabo de… Bueno, no, veréis… Es que… ¿No os parece todo muy extraño?... Ahh… ¿Os habéis tomado las pastillas esta noche? –Ellos se miraron sin saber porque estaba diciendo todo eso.
-Bueno… No. Momo nos regañó por haber perdido las de esta mañana, así que creía que nos quedaban suficientes. Pero nos ha dicho que está bien por una noche. –Se encogieron de hombros.- ¿Qué pasa? ¿Te duele la cabeza?
-No, no exactamente… Solo que…- Fue interrumpido por Sungyeol que le instaba a entrar, cerrando la puerta así tras de él.
-Estás muy raro. Cuenta.
-Ahh… -Murmuró sin saber por dónde empezar, ni qué pensarían después.- Veréis… A veces, ¿no sentís que os vienen recuerdos a la cabeza? Cosas que han pasado antes, diferentes a las que creemos que hemos vivido… Realmente… No sé, porque había veces en las que no recordaba nada más que ciertos momentos, pero entonces me asaltaba el dolor de cabeza, y no volvía a pensar en eso, pero ahora…
-¿Myungsoo? ¿Qué has hecho? ¿Ya no te duele la cabeza? ¿Qué ha pasado?- Le interrogó “Eva”, con una mirada inquisitiva.
-No, ya no me duele nada… Pero, ¿A vosotros no os pasa eso de vez en cuando? Lo que os he contado… -Dijo, pestañeando, antes de volver al mirada al suelo, y levantarla varias veces. Se sentía torpe, muy torpe.
-¡Sungyeol!-Chilló “Eva”, lanzándole una mirada indignada y una mueca de sorpresa.
-¿Quéee?-Se volvió Sungyeol hacia ella, confuso.- Lo hemos estado hablando antes. Además has sido tú quién me lo ha dicho primero…-Le susurró en un tono confidencial… Aunque se oía en toda la habitación perfectamente. “Eva” cedió finalmente, mordiéndose el labio inferior, avergonzada.- Ya, a nosotros nos pasa a veces, pero no sabemos que es, ni por qué. Pero sí que… Parece que nos han engañado o… Es extraño. A veces no me cuadran ciertas cosas, y luego recuerdo y… Me cuadran aún menos.
-Yo… No me suele pasar eso de ver cosas en mi cabeza pero… Selene me llama Nana constantemente… Y a veces siento que no soy Eva, si no Nana y entonces… No sé quién soy. Y
sí que… Sueño a veces con una especie de roca, pero… Sí. Luego me duele la cabeza y no pienso en ello más. –Nana se notaba un poco angustiada por lo que estaba pasando.- Pero, ¿qué ha pasado contigo? ¿Sabes algo?
-Sí… Sí, sí. Creo que he recordado todo, y creo que sé lo que nos ha pasado. –Myungsoo agitó la cabeza, quitándose el desconcierto de encima. Podía decirles todo, hacerles recordar sin que se revolvieran en su contra. No era el único. Sonrió aliviado, y procedió a decirles todo lo que sabía. Relatándoles la vida que estaban olvidando.- […]… y entonces esta mañana no me tomé las pastillas, ni ahora tampoco. Llevo día y medio sin tomarlas y… Viendo a Selene, creo que he recordado rápido. Momo fue quién nos hipnotizó al principio y nos contó lo que debíamos creer. Pero no es cierto. Tao es mi hermano, y lee mentes y… Quiere estar con Selene y no puedo hacerle daño porque… Bueno, ya lo sabéis. –Myungsoo soltó el aire de una vez, apoyándose sobre sus palmas, pensativo y cansado.
-Vaaale… Vale. Puff.-Nana y Sungyeol intentaba procesar toda la información, aunque les dolía la cabeza como si les fuera a explotar y se sintieran incómodos por no poder recordar perfectamente.- Bueno, tiene sentido con lo que a veces recuerdo.
-Y entonces sí soy Nana. Y la roca esa es lo de… Vuestra historia esa… Sí, aunque parece increíble, siento que… Es cierto. Es cierto, sí…
Seguían sin expresividad en la cara, pestañeando mientras miraban al infinito, hasta que Sungyeol se levantó, inquieto, dando paseos de un lado para otro nervioso, mientras recordaba pequeños datos que iba comprobando como ciertos por Myungsoo. Agitaba la cabeza y resoplaba, incapaz de obligar a su mente a ir más deprisa. Era frustrante.
-Y si todo eso es cierto. ¿Cómo salimos de aquí? ¿Cómo hacemos que Selene…? ¿Y que no nos descubra Tao…? Uggghh…
-Vale. Calma chicos. –Murmuró Nana con voz autoritaria.- Todos sabemos que Tao muchas veces sale, a hacer ejercicio o con Momo. Aprovechamos eso, y ya está. Y nos vamos de aquí. Lo más importante es que sigamos fingiendo, y que seamos precavidos. Saldrá bien… ¿Verdad?
-No podemos esperar otra cosa. Tiene que funcionar. –Asintió Myungsoo, con un suspiro.
-¡Ehh! Podemos engañar a Selene, darle otras pastillas o algo… Así recordará rápido. –Apuntó Sungyeol, orgulloso de su aporte.
Todos se miraron, sin saber muy bien como su vida se había vuelto aquel semejante lio absurdo, del que tendrían que pelear con uñas y dientes para salir. Sin dejarse ningún detalle en el camino.
-Mañana nos vemos, chicos, gracias por escucharme y no tomarme por loco.-Sonrió tímidamente Myungsoo.
-Haremos todo lo que podamos. Saldremos de aquí. Fighting!! –Animó Sungyeol, cerrando la puerta.
-Así que Nana…- Murmuró la misma, con un suspiro incrédulo.
-Te dije que me gustaba ese nombre.- Le dijo su compañero, pícaro, guiñándole un ojo.
-Vamos, dormilona, despierta de una vez.
Selene se sintió extraña por un momento, frunciendo el ceño, con las palabras que iba a pronunciar detenidas en su boca, mientras recordaba.
“No soy dormilona” “Entonces: despiértate, vagaaa…” Acordes, música, su voz, su risa. En su pecho, su corazón comenzó a latir a toda prisa, agitado por lo que aquellos pequeños detalles venidos de ninguna parte le hacían sentir.
-¿Selene?-Cuestionó una voz melosa en su oído, antes de besar su mejilla. “Tao”
-¡Vaya, vaya! ¡Lamento interrumpir, parejita feliz! Hehehe… Pero Tao, tenemos que hablar. Asuntos pendientes. Ya sabes.- Momo salió de allí con su típico caminar, sin esperar que Tao le siguiera.
- Tendré que hablar con él.-Suspiró. Solo tenía que aguantar un poco más. Ya no le necesitaba. - Espera a que vuelva, ¿vale? Enseguida te veo.- Volvió la vista con una mirada preocupada un segundo antes de salir de su campo de visión y desapareció en la terraza. El sol brillaba, y la brisa era fresca.
El sonido de su estómago rugiendo furioso la devolvió a la realidad de aquella mañana. Cuando se puso en pie, pudo notar como le dolía la cabeza realmente, no era solo una ligera molestia, era un dolor infernal. Comprobó si tenía fiebre, y caminó sin darse cuenta hasta la cocina, buscando comida y algo que la calmara esa jaqueca.
En cuanto entró, las personas allí dentro se pusieron nerviosas, en pie súbitamente, casi dispuestas a salir corriendo hacia el otro extremo de la casa. Cuando se dieron cuenta de que era ella, suspiraron aliviados y sonrieron, acercándose. Abrió los ojos, adormilada, hasta que su visión fue clara, haciendo que de nuevo se sobresaltara. Él estaba allí, frente a ella. El corazón le dio un gran vuelco, así como si se hubiera tirado desde un acantilado al vacío. Ahogó un pequeño grito, sin poder apartar la mirada de él. Sungyeol y Nana desaparecieron de la cocina.
-¿Necesitas algo? No has desayunado, ¿verdad? –Selene negó, concentrándose en capturar cada detalle de su rostro, que le resultaba tan tremendamente familiar. Él sonrió.- Permíteme. –Dijo dándose la vuelta para alcanzar una taza y un plato, colocando con cuidado varias pastas de té, de un aspecto delicioso.
La cabeza le latía, retumbando cada palpitación, haciéndose cien veces más fuerte, aunque poco importaba. La simple contemplación de su espalda, sus brazos, la piel que dejaba ver el cuello de su camisa y su pelo, de aspecto tan suave… Tragó saliva, diciéndose loca repetidamente, pero acercándose varios pasos sin poder evitarlo. “¿Myungsoo?” Pensó para sí misma, perdiendo la noción del espacio tiempo por unos segundos, mientras continuaba observando sus manos trabajando en su desayuno.
El sol, el mar, sus manos rodeando la cámara que siempre llevaba con él. Era el único objetivo que capturaban sus ojos, lo único de lo que nunca se cansaba de admirar. Las gaviotas pasaron volando a su lado mientras contemplaban un precioso atardecer. Apoyada en sus fuertes hombros, acomodada en su regazo. Su calor envolviéndola…
Myungsoo terminó de prepararlo todo, con el pecho a punto de explotar. Estaba tan cerca de él… Pero no le reconocía aun. No recordaba nada. Respiró hondo, intentando calmar sus nervios y sus dudas. Cuando se giró, preparado para servir su desayuno, se la encontró a escasos centímetros, con la mirada fija en él. Antes de poder hacer contacto visual, Selene rehuyó su mirada, bajando la suya al suelo. “Perdón” musitaron ambos a la vez. Se miraron y rieron sin querer.
Myungsoo le mostró lo que había preparado, buscando aprobación con gesto dulce. Ella sonrió, asintiendo.
-Té con helado de vainilla y pastas de frutas. ¿Qué te parece?- “Esa voz…” Selene tomó aire, intentando despejar su mente… Y llenar su estómago de una vez.
-Genial, genial… Gracias.-Murmuró recogiendo la bandeja que le ofrecía y llevándoselo a la mesa.- Tiene muy buena pinta… Seguro que está delicioso… ¿N-no?
Era de noche, la luna se colaba por la ventana, su luz inundando suavemente la habitación, destellando en sus ojos negros frente a ella. “Saranghe” Murmuró antes de besarla al fin. Esos labios carnosos y suaves, moviéndose contra los suyos, devorándola sin hacer que su hambre decreciera. Sus lengua jugaban la una con la otra en ese beso… Esa lengua que… Lamía la cuchara.
“¿Qué es esto?” Gritaba en su interior, el dolor de cabeza aumentando insoportablemente. Myungsoo fue corriendo hacia ella cuando se desplomó sobre la silla, con la mirada perdida, sin conseguir ver nada, toda su atención en algún rincón de su cabeza donde comenzaban a aparecer miles de momentos que apenas podía reconocer. Respiraba entrecortadamente. La cabeza le iba a explotar.
Sus poderes se volvieron locos también, saliendo de ella como si dejaran espacio a aquel filón de imágenes. El pulso agitado de Myungsoo, lo que le trajo aún más y más recuerdos, la visión de sus ojos, su mirada preocupada… Y más allá de eso. La voz enfadada de Tao, la ira que destilaban sus palabras. El olor de Momo, los venenos que siempre mantenía bajo su gabardina. Estaban discutiendo acaloradamente.
“-No lo haré, no voy a hacer nada más por ti. Se acabó. No te necesito. ¡FUERA!”
“-Ya, claro que no me necesitas… Selene recordará enseguida si no se toma las pastillas… Así que supongo que eso no te importa… Hehehe ¿Verdad?”
“-No pienso hacerlo. NO. Eres un maldito loco y… Estoy harto. Haré lo que tenga que hacer para que Selene esté conmigo.”
“- ¿A quién llamas loco? ¡Solo te estoy pidiendo lo que me debes! ¡ME LO DEBES! ¡Yo te ayudé con esto! ¡Has conseguido todo gracias a mí!” Momo estaba gritando con su voz aguda, desgañitándose en una rabieta que se tornaba violenta.
“-¡No he conseguido nada, no me has servido en absoluto! Lo conseguiré sin ti, tendré a Selene, es nuestro Destino. Apártate de mí, y aléjate para siempre, rata inmunda… “
“-Dame lo que me debes, Tao. Dámelo ahora o…”
“-¿O qué? ¡Sé de tus trucos y no eres nadie sin mí! ¡Vete y púdrete en cualquier otra parte! ¡LARGO!”
“Selene recordara enseguida si no se toma las pastillas” “¿Recordar?” “Es nuestro Destino…” “Tao…”
“-Él no puede hacerte feliz. Solo yo puedo. Confía en mí, acabarás olvidándole cuando yo comience a seducirte.- Tao estaba al otro lado de la puerta de esa casa, mirándola socarrón, con una voz llena de ira. Estaba asustada y quería que se fuera, no sabía nada de él. Su rostro estaba en sombras, todo él destilaba oscuridad.”
La realidad la golpeó como una pesada piedra, como si la hubieran duchado con agua congelada. Intentó ocuparse de respirar mientras las piezas se colocaban dolorosamente en su cabeza. Todas esas semanas habían sido una gran mentira. Tao lo había planeado todo.
-Selene…-Murmuró Myungsoo, preocupado por la inexpresividad de su rostro, su palidez, y sus temblores. No le veía, estaba muy lejos de allí.- Selene, ey… ¿Qué te pasa?
No estaba nada bien. Cuando alcanzó a acariciar sus mejillas, estaban ardiendo. Quiso ir a mojar un paño para refrescar su frente, pero Selene no le dejó. En cuanto hizo amago de alejarse, ella volvió en si e forma repentina, con un grito ahogado, agarrándose a su brazo con fuerza. Pestañeó, y miró a su alrededor, respirando profundamente, antes de que un sollozo rompiera ese silencio, al entrelazar sus dedos con los de Myungsoo.
Todo tenía sentido y no estaba loca. Nunca lo había estado. Y Myungsoo estaba allí, con ella. ¿Recordaría también todo también? Las lágrimas comenzaron a nublar su visión, habiendo sido retenidas todo ese tiempo, recorrían su piel, saliendo a borbotones. Sacaban toda la angustia y el terror, mientras Myungsoo seguía dándole la mano, acariciando sus mejillas.
-Me gustaría ser Tao ahora mismo…-Suspiró Myungsoo con voz apenada, casi inaudiblemente para cualquier otra persona.- Para poder saber que estás pensando.
-¿L-l-lo…-Selene se aclaró la garganta y se limpió las lágrimas, intentando calmarse y conseguir hablar sin tartamudeos.- ¿Lo recuerdas?
-¿Lo recuerdas tú?-Preguntó Myungsoo exaltado, incluso antes de que Selene terminara su frase. Ella asintió. Myungsoo Lanzó todo el aire de sus pulmones en un gesto de alivio y sonrió.
Parecía que hacía años que no le veía, que no podía admirar todos sus gestos, todas esas cosas que conocía y que le hacían feliz. No dejaron transcurrir demasiado tiempo cuando estaban el uno en brazos del otro abrazándose, recobrando aquellos momentos que derretían sus corazones.
-Te he echado de menos… Repetía tu nombre en mi cabeza, pero no podía recordar… -Myungsoo la calló, negando silenciosamente, amasando su suave cabello entre los dedos. La hacía cosquillas, y ella sonrió. “Con su sonrisa…”
-No sé cómo he podido olvidarte.
Con esto, sin poder mantenerse lejos de ella ni un segundo más, unió sus labios en un beso. Su piel podía hacerles entender mejor cuanto se habían necesitado en ese tiempo, mucho mejor de lo que cualquier palabra podría expresarlo. Todos los “te eché de menos”, “lo siento”, “te quiero” y “gracias” iban impregnado en esas caricias, sus miradas y la tierna pasión que compartían.
El helado se había derretido por completo para cuando consiguieron dejar de abrazarse. Aquello solo había sido un paso más, un momento de paz.
-Tao está volviendo.- Susurró Selene, con el cuerpo agarrotado por el terror.
-Tenemos que huir.
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